jueves, 19 de julio de 2012

Cruz Roja (Inspirado/Relato)

Un ensueño, un deseo por abrazar la vida. Vertiendo mi inspiración en mi relatar favorito, en momentos que fantaseo, en estar contigo, en esta abrigadora eternidad. Los edificios se alzan a lo lejos, el sol cae débil. Mi mirada se va más allá del horizonte. ¿Sabes en quién pienso? Los sabes, estoy pensando en ti, en cada momento. De la noche al día, te has vuelto mi inspiración. Tu sonrisa, es lo que despierta a mi alma, me eres tan suave, tan tierna, tan dulce… que me siento cautivado, soñado despierto en mis ilusiones.
De aquellas cartas que ansío escribir, te dedico una cada día. En mi pensamiento, hay mil cartas, que te dedico en mis simples palabras, sinceras. En el sobre, está escrito tu nombre. Cuando el atardecer cae, me invade un tierno dulzor. ¿Por qué, despiertas las ganas de vivir en mí? Como un sabor de caramelo en mi boca, sonrío, sintiendo tu presencia tras mío. También en el frente, en mis sueños, en todo lugar. Eres un mundo para mí, este mundo somos ambos.
Como la sangre que corre por mis venas, me representas a la sangre. En un sentido de vida, es que me representas tantas cosas… Las podría juntar todas: los hermosos atardeceres, el chocolate en tus ojos, tus cabellos color fuego o sangre, un montón de significados. Eres el impulso, que me lleva a pensar en todas estas cosas, a sentirme inspirado, y a dedicar estas líneas. Hoy estuve pensando, ¿Qué sería de la vida sin la inspiración? ¿Qué sería de la vida sin el romance? Soy un romántico, y preciso de mi inspiración, de mi flor, de mi musa, para regalarle las hermosas palabras que vienen a mi mente cada día. Tú estás en mi mundo, eres a quien deseo apreciar siempre. Mis pensamientos vuelan a ti en todo momento. Eres dulzor, eres una caricia, eres una hermosa ave surcando los cielos… Tantas palabras que puede surgir, sólo por lo que provocas en mí. Eres la intensidad de una llama, eres la luz abrigadora de esperanza a mis ojos.
En pleno atardecer, estuve soñando en mis fantasías. De pronto, me visualicé caminando por una calle, ancha, de pavimento acariciado por los rayos del sol. La ciudad estaba teñida de un agradable naranja, y ningún alma a excepción de la mía, transitaba por allí. Entonces, vino un coche, a toda velocidad, surgiendo de algún lugar entre la lejanía. Mi corazón latía agitado, con un gran sentimiento, sintiendo el cariño por ti. Entonces, el coche viene a toda velocidad. Nadie lo maneja, quizás algún alma que se esfumó con el atardecer, pero ahora el asiento delantero estaba vacío. El coche, no se detiene ante nada, y en medio de la extensa calle, me arrolla, entre las tiendas vacías, y la ciudad en atardecer, sin ninguna persona más en ningún lugar, en el reducido espacio que pertenecía a mi fantasía.
Un charco de sangre queda sobre el suelo, que se desvanece rápidamente. Me levanto, y el coche está detenido, destrozado, con humo saliendo desde su parte frontal. Me observo un brazo, y no estoy sangrando, pero me siento lastimado. Siento un intenso ardor, casi imperceptible a veces, pero que volvía dolorosamente a ratos. Camino, lastimado, sintiendo como si también hubiese debilitado mis piernas. Llego, arduamente, hasta una enfermería, con una gran cruz roja marcada, que dejaba entrar todos los abrigadores rayos del sol por la ventana. Sonrío, con esperanza, y ingreso.
Ella estaba allí.
Paso, y me recuesto sobre el impecable colchón para atender a los pacientes, sólo había un colchón, y sólo había un paciente, que era yo. El espacio era bastante reducido, y sólo había una pequeña mesa, con un florero y una hierba. Tendido, algo débil, llega la enfermera. ¡Cuán deslumbrante era la enfermera! ¡Era ella, la dama de mis inspiraciones, la más hermosa en el mundo, ella era la enfermera! Sonreí, bastante aliviado, y ella llegó hasta mí, para curar mis heridas.
-Muchas gracias… -señalé, conmovido.
Ella sonriendo amablemente, toma mi brazo, que no está sangrando pero se siente herido, y lo venda, suavemente. Como por arte de inspiración entonces, todo dolor en mi brazo desaparece. Y más tranquilo, y sin dolor alguno, me quedo sobre la camilla, esperando. Bastante aliviado, con los ojos cerrados y en paz. Ella me observa un largo rato, con sus ojos cafés, como deliciosos chocolates. Me observa, con una sonrisa, con un profundo cariño, con bastante ternura. Yo continúo durmiendo, hasta que despierto un segundo.
-Dame tu mano –le digo sintiendo bienestar, y le alcanzo mi mano, y ella me da la suya. Con su mano tomada entonces, dejo mi brazo ahora aliviado sobre mi pecho, y me pongo a dormir, sabiendo que ella se quedaría allí, haciéndome compañía, en un eterno atardecer, que nunca se iría.
Cesando en mis fantasías, vuelvo a la realidad, con un bienestar inmenso, una sensación muy agradable. Mi pecho está contento, el atardecer brilla tras de mí, siempre acompañándome: es una de las cosas que más me inspiran. ¿Te he explicado, dulce dama, lo que simboliza para mí aquella etapa del día? Los cálidos rayos de sol te abrigan, suavemente, con cuidado, como si quisiesen abrigar tu piel, brindándote una gran tranquilidad. Para mí, tú simbolizas el atardecer, porque causas un efecto parecido en mi relajado cuerpo. Eres tranquilidad, sosiego, bondad, amor… Hay tantos sentimientos, pero el más grande, es que estoy enamorado de ti.
Como el tiempo pasa, continúo en mis fantasías. Sólo quería que sepas, que tú eres, aquella dama que me brinda tranquilidad, que sana mi mundo de toda herida. Este detallado y simple relato se llama, cruz roja.

DarkDose

 

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