jueves, 7 de marzo de 2013

La puerta (Nuevo ciclo relatos de terror)


Era una tranquila tarde aquella, en que el joven Javier retornaba a su apartamento. Iban a ser las ocho, después de haberse pasado la mayor parte del día en la iglesia, atendiendo a sermones largos y tediosos. Después que por fin quedaba libre de toda responsabilidad moral, llegó hasta la puerta de su apartamento, sobre una pequeña escalerilla de concreto de entrada. Allí, usó la llave mientras el contorno de su figura se marcaba por el sol del atardecer comenzando a despedirse.
Entró, suspiró cansado y tras traspasar la puerta llegó hasta su dormitorio y se echó sobre la cama. Durmió un rato mientras veía al eterno sol acercándose a desaparecer completamente.
Luego de la breve siesta despertó un rato con ojos soñolientos, y se puso a leer la biblia de su velador. Comenzó a leer en las partes en que se hablaba de demonios. Le intrigaba bastante, que luego se fue hasta su computadora de escritorio y se puso a investigar sobre el tema. Cabe mencionar además que esa tarde se encontraba solo, pues solía compartir el apartamento con su tía, pero solía, porque ésta pasaba de viajes, y ahora se encontraba de vacaciones en otro país, de donde luego como siempre acostumbraba hacer traería postales y muchos recuerdos de su viaje, que para Javier escuchar sus relatos era sólo un rato de aburrimiento.
Javier pensaba que en esa temporada su tía se había ido de viaje a Venezuela. Bueno, pensaba que ella al volver otra vez lo abrumaría con cientos de historias, y al fin y al cabo aquel país no le parecía interesante. “Qué extraño es ese país”, pensaba.
La tarde entonces que caía y empezaba a dar paso a la noche remarcaba la soledad y la sensación de sentirse desprotegido. Por esto, al principio no sucedió nada con Javier, pero luego de estar unas dos horas frente a la computadora investigando sobre demonios, con la ventana a su lado donde aparecía la noche, todas estas señales terminaron por provocarle un ligero escalofrío que fue la primera alerta, justo cuando estaba investigando algo de los demonios en un sitio web cuyo artículo no ofrecía un título muy esperanzador:
Visitas de los demonios. Aprende a saber si están ahora mismo a tu lado
Muy interesado pero con una sutil sensación de desconfianza se inclinó bastante hacia la pantalla, hasta quedar casi con el rostro pegado a ella, y comenzó a leer:
“La aparición de demonios es un tema más común de lo que crees, y sus fuerzas siempre están al acecho. Cuando menos te lo esperas, cuando más solo estás; puede suceder incluso en una solitaria tarde en tu apartamento o en la noche en tu domicilio, o incluso cuando estás durmiendo arropado y cubierto entero en la protección de las frazadas de tu cama; hasta allí pueden llegar ellos a observarte, atentos a cada movimiento tuyo, a cada respiración.
Hay diversos casos registrados y otros que se esparcen simplemente como rumores, pero lo que está claro es que este fenómeno es algo que está presente, como por ejemplo la noticia que la semana pasada uno de nuestros administradores subió a nuestro sitio, sobre la conocida chica ya, Katherine, quien fue poseída una noche en su dormitorio mientras dormía, y se levantó, caminó hasta el baño y allí se cortó la garganta…”
Javier hizo una pausa hasta esas líneas porque acababa de recordar de que había leído dicha noticia una noche, en la misma página que estaba visitando ahora. De hecho, desde esa misma noche su interés por el tema de los demonios había aumentado, pero así también su recelo hacia el fenómeno. Estaba seguro de que la historia de dicha chica que había leído era real, y esto le había hecho más aterradoras las noches. Pero persistente como era, su curiosidad porfiada lo llevaba a intrigarse más por el tema. Por eso, continuó leyendo:
Las formas en que los demonios nos visitan y observan
Los demonios siempre están vigilando a las personas y saben de sus sentimientos. Por eso escogen los momentos cuando éstas se encuentran solitarias para hacerse presentes. Pueden estar en cualquier lugar: desde tras el cristal de la ventana, observándote en las noches más oscuras, hasta alojándose en el marco de la puerta cuando entras a una habitación de tu domicilio. Se sabe de casos también en lugares donde ha ocurrido un crimen, en que en la escena del crimen se intensifican al cien por ciento las malas energías; el ambiente se vuelve pesado y el olor a sangre perfora las narices. Entonces los demonios emergen del cadáver del asesinado y recorren libremente el espacio donde estén.
Un demonio es un ser vil, astuto y que aprovechará cualquier ocasión para desencadenar tragedias, pues su principal sustento, su alimento, es el sufrimiento humano. De él se nutren, y los demonios suelen hacerse presentes seguido en sitios intensamente emocionales como por ejemplo, van a alimentarse de la aflicción en los velorios, o si ha habido un accidente automovilístico algún demonio se hace presente allí para alimentarse de la devastación y lágrimas de los familiares presentes. También suelen aparecérsele a los niños pues ellos son los más desprotegidos y con la imaginación más abierta y peligrosa. Suelen llegar a las iglesias para blasfemarlas y mancharlas con su paso. También los demonios son aquella voz que te habla al oído cuando te sientes tentado al suicidio. Generalmente –y cabe remarcar esto, como es nuestro deber-, los demonios buscan a las personas solitarias.
Javier terminó de leer esta noticia sobre los demonios y se quedó un rato deambulando en el sitio web hasta que finalmente llevó el cursor a una esquina y cerró la página. Entonces se quedó pensativo. “Demonios”; ahora sabía más sobre ellos. Pero había un problema del cual se percató enseguida: él ahora estaba solo. ¿Iría a ser tan supersticioso como para creer que justamente en ese momento, sería efectivo lo que decía el sitio web, y él pudiera sentir las malas energías? Aquellas malas energías que eran un presagio, de que quizá alguien más estaba presente, alguien del más allá. Pero claro, como pensaba, aquella sería demasiada superstición. Aunque se dieran todos los factores tales como que se encontrara totalmente solo en el apartamento, y además supiera mucho sobre el tema y con seguridad diera el fenómeno por cierto, aun así, sería llegar demasiado lejos ponerse a pensar en que lo vendrían a visitar. Además era algo escalofriante, y en la soledad del apartamento se sentía desprotegido por mucho que trancara con pestillo todas las puertas y se sintiera encerrado.
Total que con el tiempo que había pasado, la noche finalmente había caído, y cuando se levantó de la computadora sus entrañas comenzaron a rugir, por lo que se dirigió a la cocina. Al pasar por allí una extraña neblina azul lo extrañó, y se dirigió a la ventana pensando que de allí provenía. La ventana dejaba apenas un pequeño resquicio por donde entraba el aire de afuera. Sin embargo, en el exterior no se observaba aquella pálida, levemente azulada niebla que había entrado a la casa. Javier miró a la segunda ventana y vio unos ojos blancos destellantes observándolo. En el momento sintió como si su cuerpo diera un salto del gran escalofrío que lo remeció y se sintió perdido, pensó que iba a morir. Pero luego por suerte comprobó que eran los ojos de un perro Rottweiler mirándolo desde la oscuridad y aunque se le pasó el susto, suspiró de lo tonto e incrédulo que había sido.
Sacó unos cuantos tentempiés del refrigerador e iba volviendo por al apartamento a su habitación, a la vez que pensaba: “Este tema de los demonios es realmente escalofriante. No me pondré a investigar más sobre ellos a estas horas cuando esté solo, o me será muy difícil conciliar el sueño”.
Cuando iba pasando por la sala de visitas del apartamento, se dio cuenta de algo extraño. En una parte del muro que estaba vacía, sin cuadros ni nada, sentía como si al pasar por allí le perforaran la cabeza muy fuerte. Se acercó un poco más y se le revolvió el estómago, entonces de lo mal que se sentía corrió a tomar el teléfono para llamar a familiares, por si tenía que ir al hospital. Pero raro fue, que tomó el teléfono y ya se sentía completamente mejor. Comenzó a reflexionar, volvió hacia el muro y el malestar volvió también. Se alejó de un gran salto hacia atrás.
“¿Qué está pasando? ¿Por qué el muro me provoca dolor de cabeza y demás?” se preguntaba. Volvió unas cuantas veces para comprobar que el efecto era real. Aguantándose el dolor con todas sus fuerzas se acercó al muro y se atrevió a tocarlo. Estaba tan frío, como una piedra en una tarde nublada. Frío estaba, como el hielo, frío, como un cadáver. Se espantó y no quiso volver a tocar el muro, y otra vez se fue muy lejos. Se quedó desde donde empezaba el pasillo observando la sala de entrada.
Comenzó a ver borroso, y vio la niebla azul de antes pero ahora se iba tornando a un color más oscuro, y después pareció siendo una especie de neblina morada y entonces comenzaba a esparcirse por toda la sala. Ya a este punto Javier aterrado volvió hacia su habitación, que estaba muy oscura. Con dedos desesperados buscó el interruptor para encender la luz pero al presionarlo, no sucedía nada. “¡Mala hora en que estos desgraciados me cortan la luz!” exclamó.
Rápidamente tomó el notebook que estaba sobre la cama y lo encendió. Su pantalla iluminó levemente la habitación. Sin embargo, el ordenador abrió automáticamente un sitio web que había visitado en la última sesión, ahora que Javier lo había encendido para distraerse en algo, y alejar el temor. Era el mismo sitio web que estaba visitando, sobre los demonios, pero ahora en otra sección. Había quedado en una parte pendiente, que había estado leyendo la semana pasada:
“Los portales”
Estos seres además, tienen la facultad de hacerse presentes por medio de portales que crean entre su mundo y el mundo cotidiano donde habitan las personas, y está la realidad normal. A través de estos portales, un demonio puede hacer uso de él y traspasarse a la realidad de las personas cuantas veces quiera. Una vez que un portal está abierto pocas cosas se pueden hacer, a excepción de que se puede convocar un sacerdote al lugar para que realice una limpieza.
“A los demonios se les facilita el trabajo de abrir portales para uso único en lugares que han sido fuente de mucha aflicción, o donde se encuentre una persona solitaria llena de temor en su alma. Esta desconfianza, este recelo a lo desconocido y paranormal es lo que alimenta la alma del demonio”.
Terminado de leer este trozo, Javier una vez recordó que su tía le había dicho en tono de broma –aunque realmente después de que lo pensó, parecía hablar muy en serio-, que una adolescente antes por penas de amor, se había suicidado en ese apartamento. Desde hace tiempo venía oyendo ruidos extraños, vasos quebrándose y cuando se quedaba solo solía sentir un malestar, o dolores de cabeza de la nada.
Ahora Javier comprendió que todo parecía estar unido. Se alarmó más cuando volvió a escuchar ruidos extraños, como recordaba que había escuchado en noches anteriores en su apartamento. Sin embargo ahora, con lo que había averiguado tenía fundamentos para pensar que estaba siendo visitado, y un gran temor se albergaba en su alma.
El terror despertó en él de lleno cuando vio unos ojos rojos observándolo, y también una figura que los poseía, de una forma robusta y con dos grandes sombras de unas alas que crecían a su espalda. Este ser, estaba justo observándolo en cuclillas desde el nacimiento de su cama. Se desesperó y sintió cómo el corazón sobresaltado se le pegaba al pecho.
En ese mismo momento la neblina que había estado en el vestíbulo principal se había movido, y había llegado hasta la habitación en que él se encontraba. Allí, comenzó a escurrirse por el resquicio inferior de la puerta y a entrar. También había una puerta blanca a su lado, la del armario, que Javier vio mientras ahogaba el grito de horror en su garganta. Sudaba, y estaba paralizado del miedo. Esa puerta del armario, estaba a medio abrir y de allí también salía la neblina azul. Javier entonces comprendió, y se dijo a sí mismo en un terrible grito de desesperación: “¡Es un portal!”
Efectivamente, un demonio se había escurrido a su habitación y estaba visitándolo. El ser paranormal permanecía mirándolo, con sus rojos ojos destellantes de furia. Javier se desesperó, se tapó hasta la cabeza con la frazada y empezó a tirarle patadas. Pero éste ser le aferró una de las piernas, y se la quebró con sus fuertes brazos. Javier dio un grito terrible y manchó la cubierta de las frazadas de sangre. Con la pierna rota, ya no se pudo mover demasiado, entonces el demonio comenzó a avanzar hacia él… Y lo único que le quedó por hacer a Javier, fue rezar entre llantos un Padre Nuestro para salvar su alma, y alejar de su lado al ser de otro mundo: “Padre Nuestro, que estás en los cielos…”.
En los días siguientes era raro que no hubiera señales de movimiento o de vida en el apartamento. Quizá Javier y su tía se habían mudado, pensaban los vecinos. Pero su tía llegó en esos días siguientes. Ciertamente, continuaba habitando allí. Ahora es que llegaba de las vacaciones a comprobar el estado del apartamento.
Por supuesto no sabía nada de su sobrino, y no se le había dado el tiempo para telefonearle. Llegó a la puerta cargada de postales y recuerdos con los cuales pensaba impresionar a Javier junto con las historias que también traía. Allí usó las llaves, para después de tanto tiempo retornar a su hogar. No contaba con el cruento y horripilante espectáculo que se encontraría al volver a su lugar normal:
Lo primero que detectó, fue el fétido e intenso olor a sangre, cosa que la alarmó y la llevó a llamar al servicio de investigaciones enseguida. Después, temblorosa sabiendo que quizá su descansada vuelta de vacaciones se hubiera arruinado avanzó hasta su dormitorio, que era el que Javier se quedaba ocupando cuando ella estaba en viajes largos. Allí, encontró su cama destrozada, y encima de ella, el descompuesto cadáver de Javier descuartizado. Le había sido arrancada cada pieza de su cuerpo sin piedad, el colchón parecía hacerse poco para la abundante cantidad de sangre seca que había; estaba teñido de rojo, y el hedor… era insoportable.
Habían matado a su sobrino. Seguramente se convertiría en otra historia policial que al día siguiente aparecería en los diarios, un homicidio, un crimen con un autor nunca encontrado. Sería una de las tantas historias encubiertas como siempre, pero la verdad, lo que su tía desconocía, era que a su sobrino lo había matado un demonio, nada más ni nada menos.

DarkDose


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