Era una tranquila tarde aquella, en que el joven Javier retornaba
a su apartamento. Iban a ser las ocho, después de haberse pasado la mayor parte
del día en la iglesia, atendiendo a sermones largos y tediosos. Después que por
fin quedaba libre de toda responsabilidad moral, llegó hasta la puerta de su
apartamento, sobre una pequeña escalerilla de concreto de entrada. Allí, usó la
llave mientras el contorno de su figura se marcaba por el sol del atardecer
comenzando a despedirse.
Entró, suspiró cansado y tras traspasar la puerta llegó
hasta su dormitorio y se echó sobre la cama. Durmió un rato mientras veía al
eterno sol acercándose a desaparecer completamente.
Luego de la breve siesta despertó un rato con ojos
soñolientos, y se puso a leer la biblia de su velador. Comenzó a leer en las
partes en que se hablaba de demonios. Le intrigaba bastante, que luego se fue
hasta su computadora de escritorio y se puso a investigar sobre el tema. Cabe
mencionar además que esa tarde se encontraba solo, pues solía compartir el
apartamento con su tía, pero solía, porque ésta pasaba de viajes, y ahora se
encontraba de vacaciones en otro país, de donde luego como siempre acostumbraba
hacer traería postales y muchos recuerdos de su viaje, que para Javier escuchar
sus relatos era sólo un rato de aburrimiento.
Javier pensaba que en esa temporada su tía se había ido de
viaje a Venezuela. Bueno, pensaba que ella al volver otra vez lo abrumaría con
cientos de historias, y al fin y al cabo aquel país no le parecía interesante.
“Qué extraño es ese país”, pensaba.
La tarde entonces que caía y empezaba a dar paso a la noche
remarcaba la soledad y la sensación de sentirse desprotegido. Por esto, al
principio no sucedió nada con Javier, pero luego de estar unas dos horas frente
a la computadora investigando sobre demonios, con la ventana a su lado donde
aparecía la noche, todas estas señales terminaron por provocarle un ligero
escalofrío que fue la primera alerta, justo cuando estaba investigando algo de
los demonios en un sitio web cuyo artículo no ofrecía un título muy
esperanzador:
“Visitas de los demonios. Aprende a saber si están ahora mismo a tu lado”
Muy interesado pero con una sutil sensación de desconfianza
se inclinó bastante hacia la pantalla, hasta quedar casi con el rostro pegado a
ella, y comenzó a leer:
“La aparición de
demonios es un tema más común de lo que crees, y sus fuerzas siempre están al
acecho. Cuando menos te lo esperas, cuando más solo estás; puede suceder
incluso en una solitaria tarde en tu apartamento o en la noche en tu domicilio,
o incluso cuando estás durmiendo arropado y cubierto entero en la protección de
las frazadas de tu cama; hasta allí pueden llegar ellos a observarte, atentos a
cada movimiento tuyo, a cada respiración.
Hay diversos casos
registrados y otros que se esparcen simplemente como rumores, pero lo que está
claro es que este fenómeno es algo que está presente, como por ejemplo la
noticia que la semana pasada uno de nuestros administradores subió a nuestro
sitio, sobre la conocida chica ya, Katherine, quien fue poseída una noche en su
dormitorio mientras dormía, y se levantó, caminó hasta el baño y allí se cortó
la garganta…”
Javier hizo una pausa hasta esas líneas porque acababa de
recordar de que había leído dicha noticia una noche, en la misma página que
estaba visitando ahora. De hecho, desde esa misma noche su interés por el tema
de los demonios había aumentado, pero así también su recelo hacia el fenómeno. Estaba
seguro de que la historia de dicha chica que había leído era real, y esto le
había hecho más aterradoras las noches. Pero persistente como era, su
curiosidad porfiada lo llevaba a intrigarse más por el tema. Por eso, continuó
leyendo:
“Las formas en que los demonios nos visitan y observan”
Los demonios siempre
están vigilando a las personas y saben de sus sentimientos. Por eso escogen los
momentos cuando éstas se encuentran solitarias para hacerse presentes. Pueden
estar en cualquier lugar: desde tras el cristal de la ventana, observándote en
las noches más oscuras, hasta alojándose en el marco de la puerta cuando entras
a una habitación de tu domicilio. Se sabe de casos también en lugares donde ha
ocurrido un crimen, en que en la escena del crimen se intensifican al cien por
ciento las malas energías; el ambiente se vuelve pesado y el olor a sangre
perfora las narices. Entonces los demonios emergen del cadáver del asesinado y
recorren libremente el espacio donde estén.
Un demonio es un ser
vil, astuto y que aprovechará cualquier ocasión para desencadenar tragedias, pues
su principal sustento, su alimento, es el sufrimiento humano. De él se nutren,
y los demonios suelen hacerse presentes seguido en sitios intensamente
emocionales como por ejemplo, van a alimentarse de la aflicción en los
velorios, o si ha habido un accidente automovilístico algún demonio se hace
presente allí para alimentarse de la devastación y lágrimas de los familiares
presentes. También suelen aparecérsele a los niños pues ellos son los más
desprotegidos y con la imaginación más abierta y peligrosa. Suelen llegar a las
iglesias para blasfemarlas y mancharlas con su paso. También los demonios son
aquella voz que te habla al oído cuando te sientes tentado al suicidio. Generalmente
–y cabe remarcar esto, como es nuestro deber-, los demonios buscan a las
personas solitarias.
Javier terminó de leer esta noticia sobre los demonios y se
quedó un rato deambulando en el sitio web hasta que finalmente llevó el cursor
a una esquina y cerró la página. Entonces se quedó pensativo. “Demonios”; ahora
sabía más sobre ellos. Pero había un problema del cual se percató enseguida: él
ahora estaba solo. ¿Iría a ser tan supersticioso como para creer que justamente
en ese momento, sería efectivo lo que decía el sitio web, y él pudiera sentir
las malas energías? Aquellas malas energías que eran un presagio, de que quizá
alguien más estaba presente, alguien del más allá. Pero claro, como pensaba,
aquella sería demasiada superstición. Aunque se dieran todos los factores tales
como que se encontrara totalmente solo en el apartamento, y además supiera
mucho sobre el tema y con seguridad diera el fenómeno por cierto, aun así,
sería llegar demasiado lejos ponerse a pensar en que lo vendrían a visitar.
Además era algo escalofriante, y en la soledad del apartamento se sentía
desprotegido por mucho que trancara con pestillo todas las puertas y se
sintiera encerrado.
Total que con el tiempo que había pasado, la noche
finalmente había caído, y cuando se levantó de la computadora sus entrañas
comenzaron a rugir, por lo que se dirigió a la cocina. Al pasar por allí una
extraña neblina azul lo extrañó, y se dirigió a la ventana pensando que de allí
provenía. La ventana dejaba apenas un pequeño resquicio por donde entraba el
aire de afuera. Sin embargo, en el exterior no se observaba aquella pálida,
levemente azulada niebla que había entrado a la casa. Javier miró a la segunda
ventana y vio unos ojos blancos destellantes observándolo. En el momento sintió
como si su cuerpo diera un salto del gran escalofrío que lo remeció y se sintió
perdido, pensó que iba a morir. Pero luego por suerte comprobó que eran los
ojos de un perro Rottweiler mirándolo desde la oscuridad y aunque se le pasó el
susto, suspiró de lo tonto e incrédulo que había sido.
Sacó unos cuantos tentempiés del refrigerador e iba
volviendo por al apartamento a su habitación, a la vez que pensaba: “Este tema
de los demonios es realmente escalofriante. No me pondré a investigar más sobre
ellos a estas horas cuando esté solo, o me será muy difícil conciliar el sueño”.
Cuando iba pasando por la sala de visitas del apartamento,
se dio cuenta de algo extraño. En una parte del muro que estaba vacía, sin
cuadros ni nada, sentía como si al pasar por allí le perforaran la cabeza muy
fuerte. Se acercó un poco más y se le revolvió el estómago, entonces de lo mal
que se sentía corrió a tomar el teléfono para llamar a familiares, por si tenía
que ir al hospital. Pero raro fue, que tomó el teléfono y ya se sentía
completamente mejor. Comenzó a reflexionar, volvió hacia el muro y el malestar
volvió también. Se alejó de un gran salto hacia atrás.
“¿Qué está pasando? ¿Por qué el muro me provoca dolor de
cabeza y demás?” se preguntaba. Volvió unas cuantas veces para comprobar que el
efecto era real. Aguantándose el dolor con todas sus fuerzas se acercó al muro
y se atrevió a tocarlo. Estaba tan frío, como una piedra en una tarde nublada. Frío
estaba, como el hielo, frío, como un cadáver. Se espantó y no quiso volver a
tocar el muro, y otra vez se fue muy lejos. Se quedó desde donde empezaba el
pasillo observando la sala de entrada.
Comenzó a ver borroso, y vio la niebla azul de antes pero
ahora se iba tornando a un color más oscuro, y después pareció siendo una
especie de neblina morada y entonces comenzaba a esparcirse por toda la sala. Ya
a este punto Javier aterrado volvió hacia su habitación, que estaba muy oscura.
Con dedos desesperados buscó el interruptor para encender la luz pero al
presionarlo, no sucedía nada. “¡Mala hora en que estos desgraciados me cortan
la luz!” exclamó.
Rápidamente tomó el notebook que estaba sobre la cama y lo
encendió. Su pantalla iluminó levemente la habitación. Sin embargo, el
ordenador abrió automáticamente un sitio web que había visitado en la última
sesión, ahora que Javier lo había encendido para distraerse en algo, y alejar
el temor. Era el mismo sitio web que estaba visitando, sobre los demonios, pero
ahora en otra sección. Había quedado en una parte pendiente, que había estado
leyendo la semana pasada:
“Los portales”
Estos seres además,
tienen la facultad de hacerse presentes por medio de portales que crean entre su
mundo y el mundo cotidiano donde habitan las personas, y está la realidad
normal. A través de estos portales, un demonio puede hacer uso de él y
traspasarse a la realidad de las personas cuantas veces quiera. Una vez que un
portal está abierto pocas cosas se pueden hacer, a excepción de que se puede
convocar un sacerdote al lugar para que realice una limpieza.
“A los demonios se
les facilita el trabajo de abrir portales para uso único en lugares que han
sido fuente de mucha aflicción, o donde se encuentre una persona solitaria
llena de temor en su alma. Esta desconfianza, este recelo a lo desconocido y
paranormal es lo que alimenta la alma del demonio”.
Terminado de leer este trozo, Javier una vez recordó que su
tía le había dicho en tono de broma –aunque realmente después de que lo pensó,
parecía hablar muy en serio-, que una adolescente antes por penas de amor, se
había suicidado en ese apartamento. Desde hace tiempo venía oyendo ruidos
extraños, vasos quebrándose y cuando se quedaba solo solía sentir un malestar,
o dolores de cabeza de la nada.
Ahora Javier comprendió que todo parecía estar unido. Se
alarmó más cuando volvió a escuchar ruidos extraños, como recordaba que había
escuchado en noches anteriores en su apartamento. Sin embargo ahora, con lo que
había averiguado tenía fundamentos para pensar que estaba siendo visitado, y un
gran temor se albergaba en su alma.
El terror despertó en él de lleno cuando vio unos ojos rojos
observándolo, y también una figura que los poseía, de una forma robusta y con
dos grandes sombras de unas alas que crecían a su espalda. Este ser, estaba justo
observándolo en cuclillas desde el nacimiento de su cama. Se desesperó y sintió
cómo el corazón sobresaltado se le pegaba al pecho.
En ese mismo momento la neblina que había estado en el
vestíbulo principal se había movido, y había llegado hasta la habitación en que
él se encontraba. Allí, comenzó a escurrirse por el resquicio inferior de la puerta
y a entrar. También había una puerta blanca a su lado, la del armario, que
Javier vio mientras ahogaba el grito de horror en su garganta. Sudaba, y estaba
paralizado del miedo. Esa puerta del armario, estaba a medio abrir y de allí
también salía la neblina azul. Javier entonces comprendió, y se dijo a sí mismo
en un terrible grito de desesperación: “¡Es un portal!”
Efectivamente, un demonio se había escurrido a su habitación
y estaba visitándolo. El ser paranormal permanecía mirándolo, con sus rojos
ojos destellantes de furia. Javier se desesperó, se tapó hasta la cabeza con la
frazada y empezó a tirarle patadas. Pero éste ser le aferró una de las piernas,
y se la quebró con sus fuertes brazos. Javier dio un grito terrible y manchó la
cubierta de las frazadas de sangre. Con la pierna rota, ya no se pudo mover
demasiado, entonces el demonio comenzó a avanzar hacia él… Y lo único que le
quedó por hacer a Javier, fue rezar entre llantos un Padre Nuestro para salvar
su alma, y alejar de su lado al ser de otro mundo: “Padre Nuestro, que estás en
los cielos…”.
En los días siguientes era raro que no hubiera señales de
movimiento o de vida en el apartamento. Quizá Javier y su tía se habían mudado,
pensaban los vecinos. Pero su tía llegó en esos días siguientes. Ciertamente,
continuaba habitando allí. Ahora es que llegaba de las vacaciones a comprobar
el estado del apartamento.
Por supuesto no sabía nada de su sobrino, y no se le había
dado el tiempo para telefonearle. Llegó a la puerta cargada de postales y
recuerdos con los cuales pensaba impresionar a Javier junto con las historias
que también traía. Allí usó las llaves, para después de tanto tiempo retornar a
su hogar. No contaba con el cruento y horripilante espectáculo que se
encontraría al volver a su lugar normal:
Lo primero que detectó, fue el fétido e intenso olor a
sangre, cosa que la alarmó y la llevó a llamar al servicio de investigaciones
enseguida. Después, temblorosa sabiendo que quizá su descansada vuelta de vacaciones
se hubiera arruinado avanzó hasta su dormitorio, que era el que Javier se
quedaba ocupando cuando ella estaba en viajes largos. Allí, encontró su cama
destrozada, y encima de ella, el descompuesto cadáver de Javier descuartizado. Le
había sido arrancada cada pieza de su cuerpo sin piedad, el colchón parecía
hacerse poco para la abundante cantidad de sangre seca que había; estaba teñido
de rojo, y el hedor… era insoportable.
Habían matado a su sobrino. Seguramente se convertiría en
otra historia policial que al día siguiente aparecería en los diarios, un
homicidio, un crimen con un autor nunca encontrado. Sería una de las tantas
historias encubiertas como siempre, pero la verdad, lo que su tía desconocía,
era que a su sobrino lo había matado un demonio, nada más ni nada menos.
DarkDose
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