Mi lápiz, de tinta negra que escribe posee una tapa negra
también, que lo cubre, oscura, como la pluma de un cuervo caído. Anochece, pero
es sólo una ilusión que cae por la ventana. La penumbra es voraz, y devora el
horizonte, precipitándose a las esperanzas y arrasándolas. A mi lado, hay una
mujer de fuego, con un cuerpo que parece llamar a la pasión, entre curvas
calurosas. Sería como un cuervo internándose en las llamas, como la noche
fundiéndose con el fuego…
Ríe, pero su sonrisa me asusta. Parece haber demasiada
confianza en ella…
Afuera, el sol se dibuja, cubriendo todo con sus arcos de
luz dorada. El día está radiante, tranquilo. Es aquel aire matutino, aquellas
brisas sosegadas, con la capacidad de calmarme, relajarme. Ella posee cabellos
intensos como una chispa de fuego. Me voy al cielo por unos momentos, mientras
estoy aquí atrapado en la sala de clases. ¿Quién descifra mis palabras? ¿Son
arrojadas al horno? Viven en mi corazón…
Veo labios gruesos ante mi mirada. Mi lápiz continúa fiel,
como un cuervo en mis brazos. En momentos, me voy al grisáceo y apagado
Tártaro, flamígero, cuando me abstraigo de este mundo. Soy feliz, mientras
tenga para crear. Soy feliz, dentro del sacrificio.
DarkDose
No hay comentarios:
Publicar un comentario